domingo, enero 21, 2007

Es un mar apócrifo, eso es todo, sin embargo del catálogo de imágenes, a saber: las gaviotas que vuelan de goma y de madera, el brillo azul y negro de plata madura en cualquier parte. Las sombras.
- Es la sombra más feliz que he derramado en muchos meses. Orgullosa, alta, precisa. ¿Vos viste? La sombra es una cosa tan vecina del humo, tan lo mismo que el humo. Aunque bueno, una torre de humo no es una cosa que exista, como un chorro de agua…
Mirá cómo crece. Pasamos una luminaria y sombra. Se va llenando, se estira, cada vez mejor delineada, hasta que el ángulo límite (porque esto es sin duda algo en lo que tienen que ver ángulos límite) se quiebra, y la sombra recién madura se disuelve, y se muere. Fácilmente metafórico, che. Nace, crece y se termina. Y después allá, en el próximo foco aparece de nuevo. O no. No, aparece una sombra nueva; y si la vida de una sombra que avanza delante de un cuerpo es el tiempo lineal, la sucesión de sombras es el tiempo cíclico. Puf, fácil, muy fácilmente metafórico.
- Cuando crecen – El chiste no tiene que ver con drogas o con sexo; esos chistes ya son una formalidad muy absurda y los dos esperamos que alguno proteste en el próximo y queden abolidos para siempre – es porque van sintetizando proteínas de sombra, que son muy anabolizantes. Ahí tenés, para tu metáfora. La sombra se muere porque se trepa a la desmesura de Áyax y a la de ese tipo que tomaba esteroides y que se murió. Vos tenés que pensar que nada es para siempre, y ya está. El error de los hombres es creerse más Sófocles de lo que son.

Más tarde teorizamos estupideces sobre la salinidad del agua, tema obligado: si esa muestra que tenía trescientos doce gramos de sal por litro de agua era una medida de peso en volumen o si en realidad en cada recipiente de un litro entraba casi un paquete de sal (casi, el paquete trae más) y el resto era agua.
El asunto es que el agua es muy salada.
Pero la salinidad del agua no es una cuestión muy lírica. Las olas sí. De todas maneras es difícil apostrofarlas con algún brillo nuevo. Digo que todo está dicho, y allá atrás hay un señor de barba que me protesta; y más acá un adolescente muy rubio y muy casto que me quiere convencer de que me equivoco.
Entonces bueno, intento descifrar una imagen extravagante pero muy acertada y concluyo entre comillas con que un filo de agua viene afeitando la orilla una, otra vez, nunca termina, y no extingue ni arena ni espumas. Y significo nada.
- Más.
- Qué.
Para tu metáfora. Este es un mar ficticio. Bueno. Las vacaciones son también unas horas y unos días de ficción, llenas de actividades y noches postizas de otras actividades y otras noches que a fuerza de suceder y suceder todo el año, son más legítimas.
- Y es cierto, pero está incompleto, no sé bien dónde. O mirá, está bien así, es una verdad, es la verdad, pero todo es un problema de interpretación, ¿viste?, y yo ahí no veo más que confusión y continuidad. Fijate en la ropa sucia nomás. Hay ropa sucia en invierno y en verano, a veces pasa sucia de una estación a otra y es la misma ropa que ahí tirada tiene enredados los meses y los días y el sol de la siesta, aunque sea muy de noche y uno esté borracho, o pensando en otra cosa.

La locución nos tuvo callados un rato.
La Mar Chiquita bla, fangoterapia, volver con la totalidad o la mitad de los dolores del reuma mudos; ciento dos establecimientos hoteleros (para Morel y Faustine, estamos en la época) cubiertos estropeados dinamitados hundidos borrados perdidos.- Y después de un silencio vuelve a toda carrera el catálogo de sucesos cansados de tanto decirse – Bla bla la Draga Victoria, bombas y piletones, bañistas, el primer transporte interurbano del país, el Hotel Viena,(peinado de comillas hacia la derecha:) un misterio frente al mar.
El lugar propicio para unas vacaciones inolvidables.
La laguna da y quita. Familias que han perdido tres viviendas y siguen tan ribereñas como en la primera generación (…) Una lucha entre el hombre y la Naturaleza, y quién les parece que pierde.
- (El contribuyente)
Levantar paredes es, lamentablemente, tirar escombros a la laguna…
Ladrillo en mezcla en ladrillo, escombros a la laguna; puertas-ventana enriquecidas con antióxido verde, escuadra, plomada, stanley, escombros a la laguna; impermeabilizantes a buen precio en Rafaela (debe a haber tantas cosas baratas en Rafaela), y burletes, y un parquet siliconado que es una paquetería (ya gritando); cerraduras de doble paleta lamidas de grafito, mirillas, calefones eléctricos, hierros del ocho (rulos marrones y tan quebradizos en el agua, los he visto), vidrios templados, tejas falderas. Todo, como ábacos partidos, cansancio y merienda de los albañiles, con parrilla y todo: escombros a la Mar Chiquita.

-Como tus ideas.
- ¿Por qué?
- Vos las trajiste para acá, todas pensadas, oscuras, esforzadas o no sé cómo te imaginás que las trajiste, todas elaboradas, florecidas. Un cáncer negro de ideas que crecen y te duelen, y viniste a tirarlas al agua, “escombros a la laguna”, ¿cierto? ¿Para qué lado llevan peinadas las comillas los escombros? Qué gracioso. Sos muy estúpido.
¿Qué estás escribiendo?
- Lo que vos decís. Y te voy contestando, pero por escrito.
- Ahí está. Ése es tu problema.
- A ver…
- Querés reducir todo, fijarlo el los rieles del Ferrocarril General Muerto y Perdido. Y que vaya de una punta a la otra de la trocha que vas descubriendo o inventando. ¿Probaste caminando? Es más fácil, si te dan ganas vas por el terraplén, si la vía se corta vas por la vereda, o por la calle. ¿Qué locura, no? Ser libre, y a la mierda.
Ves el horizonte, todo el horizonte, pero no te llega más que la superficie de una moneda, mitad agua y mitad cielo. Si el sol no pasa por tu ventanita, no hay sol. La Constelación Limitada. Una sola estrella grande y tonta.
La carpa es tu colchón, nada más, ni una vez pisaste cerca de la guitarra o de mi bolso. Pero tampoco ves todo el colchón, qué vas a ver. Para vos el colchón es el pedazo donde ponés la cara, y ni eso, donde ponés el ojo izquierdo, y pensás con ese solo ojo, pensás con el borde del cerebro que tenés más oscuro y transpirado, y pegado contra el colchón.
Hacés un resumen salvaje de la realidad, ya ni siquiera sos vos, sos un pedazo tuyo donde decantaron algunas porquerías. Estás parapetado atrás de tus dientes, con la boca cerrada, chiflado por ordenar todo desde afuera para salir un día, desesperado por sacarle punta al mundo y dejarlo hecho una sola púa para probar la Teoría General de la Desgracia, meterte todo el mundo de una sola vez en el pecho y suicidarte con un puñal que sea todo el mal mundo que te tocó.
Tu sombra no es la del martes – y esto ya se va diciendo con un doblar de ropa y enrollar de colchón, un sacar estacas de la carpa para mandarse a mudar cuanto antes -. Tu sombra es la de mediodía, un punto grande y espeso que apenas se ve abajo tuyo. Primera persona del singular, presente, modo ególatra, voz soberbia del verbo Yo.
Decime de nuevo para que me cague de risa. ¿Para qué lado lleva peinadas las comillas eso?

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