viernes, noviembre 10, 2006

El lector en el texto (el lector engreído en el texto)

Estudiar ya no es una gesta imposible. Leer, subrayar, rendir y aprobar. Desengañarse. Pero.
Trabajo esforzado de un solo valiente sosteniendo el péndulo infinito o lo que sea que mide el tiempo breve y lo hace tan pesado para un cuerpo cansado que imagina con horror la fecha del examen y sostiene el péndulo insoportable hasta una hora prudencialmente alejada del final.
Y mientras tanto el peso y las hojas acabadas cargadas de selecciones hechas con marcadores de color, la palabra del autor que divierte, la que incomoda e invita a renunciar ahora; el párrafo como una cantera de donde tantos cuentos se podrían sacar ahora que el valiente ha descifrado cómo dispensar mucha fuerza de un solo golpe y tiene que atormentarse administrándola en la lectura de cientos de hojas cuando podría aplicarla toda junta reunida en una descarga violenta de ficción… Ahora que la fuerza llora tan sin nombre mareada en cumplir consignas académicas y no puede dedicarse a eso para lo que fue concebida, que es escribir cuentos. Más, más y más fuerte, la fuerza trabaja y se enreda, y él se imagina el brumoso día del parcial al que han de llegar tantos idiotas, pero no el valiente, que se ha decidido a salvar su fuerza de allí donde se disipa absurdamente, que se ha levantado de la silla y se ha subido de un salto en la fuerza indomable para guiarla como puede escribiendo un cuento, perdiendo el tiempo que tiene para estudiar en un cuento sobre lo imposible de estudiar para un examen, alejando más el examen, llevándolo contra las cuerdas de un abismo mitológico en el que estudiar para los exámenes es imposible, convirtiéndose en el héroe que estaba matando con el estudio.
- No puedo más – dice- El examen es el miércoles, hoy es lunes, me faltan dos capítulos enteros, no es posible acabar, me rindo.

6 Comentarios:

A la/s 11/11/06 20:02, Blogger Jopi dijo...

[...] Nadie en la primera habitación, nadie en la segunda. La puerta de la sala, y entonces el cuchillo en una mano. La luz, tímida y mínima, que ingresa por una ventana pequeña desde arriba; la cama sin hacer, la cabeza del hombre en la cama tragando un apunte.

Nos pasa a todos, che. Por lo menos nos pasa. Por lo menos nos damos cuenta.

 
A la/s 11/11/06 21:09, Blogger  dijo...

Y me lo imagino a Julio leyendo, su forma de decir "tgragando"...

 
A la/s 13/11/06 01:08, Anonymous Anónimo dijo...

Donde estarán todos esos cuentos que se nos escapan mientras leemos la famosa bibliografía? No me digas que en la Biblioteca de Babel, ahora que lees a Borges.

 
A la/s 13/11/06 01:33, Blogger  dijo...

Famosa de mil malas famas sea. Ahora no leo nada. Así como tus Shopping Centers son los "no lugares", los apuntes de cátedra son los "no libros".

 
A la/s 19/11/06 01:44, Anonymous Anónimo dijo...

como soy seguidora de cortazar y su anarquica escritura, entonces publico aca, aunque no tenga que ver o sí. Me declaro amante de El, complice, compañera de laberintos por siempre transitados, una y mil veces recorridos, siempre sorprendentes, continuamente fantasticos, sensiblemente profundos, afortunadamente esquivos, todo esto son los cuentos de Cortazar...otra cosa mas, tu post de la casa recordada me hace acordar a un cuento que ahora no recuerdo el nombre en que el personaje principal dice que habia una bola de vidrio en el comienzo de la escalera y asi podria darse el encuentro. Nuevamente, anarquica, no estoy segura que el cuento diga exactamente eso o es que mi cabeza asi lo imagina. Espero que sepas cual es el cuento que te digo, sino para la proxima busco el nombre
saludos

 
A la/s 23/11/06 23:14, Anonymous Anónimo dijo...

Buscalo y delatá el plagio.

 

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