miércoles, junio 28, 2006

La logia

- Hable rápido. Usted ya fue juzgado. ¿Qué dirá?
- Que soy inocente, que ustedes son un hato de locos o de rapaces, o de rapaces locos; que esto es todo lo que tengo para decir.
- ¿En su defensa?
- Y para incriminarme, y para perderme, aquí todo tiene la misma jerarquía.
- Dice mentira.
- Dice disparate.
- Mátenlo.
- Y… díganme, para saber que no voy a morir en vano, para sentirme un mártir, ¡para provocar un epitafio! ¿Quién preside la logia?
- Usted.
- ¿Su logia presido? ¿Y cómo he faltado a los votos? ¿Por qué no tengo potestad sobre ustedes?
- Sin dudas todo esto es un triste malentendido. Pero aquello no es excusa. Demos fin al asunto de una vez. En adelante, permanezca en silencio. Hasta el final. Buenas tardes.

(Lo rodean, levantan los bastones, dicen ¡hap! Y le dan una paliza. Con mucha reverencia, matar no es fundamento para entreverar las cosas).

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