domingo, junio 11, 2006

La pericia poética

A los comerciantes vecinos de Alberdi, con solidaridad sincera.


Obedeciendo los exóticos designios del señor gobernador, el jefe mayor de la policía provincial añade al prospecto de las investigaciones criminales ordinarias un capítulo denominado pericia poética. Alineada con la vanguardia, la fuerza procede a contratar los servicios de un filólogo y un psicoanalista para la confección de los singulares partes. El primer informe obtenido complementa las averiguaciones practicadas sobre un episodio de vandalismo sucedido en las inmediaciones del estadio del Club Atlético Belgrano. Enmendando el castizo empleo de los pronombres relativos, transcribimos lo más relevante del texto oficial:

En horas de la víspera, en zonas aledañas a la entidad celeste, se constató la presencia de tres individuos de sexo masculino, todos mayores de edad y, en apariencia, bajo los efectos de sustancias estupefacientes. Los tres sujetos, enfundados con emblemas de la susomentada institución esgrimían piedras y fragmentos de ladrillos con intención de lanzarlos y producir daños a los inmuebles del barrio. Al oír la voz de alto, los vándalos se deshicieron de las municiones arrojándolas contra un comercio cito en avenida Colón a la altura del 1400, ocasionando destrucción de cristales en el mismo.
Los efectivos intervinientes en el caso dieron captura a uno de los forajidos. Los dos restantes consiguieron darse a la fuga y son por estos momentos motivo de intensa búsqueda (…)


Lo que sigue es la reseña confeccionada por los profesionales del espíritu:

El detenido: (…) Arrolladores, impostergables como el destino y la venganza, ¡oh, furia dolorosa!, salimos del estadio y nos derramamos por Santa Rosa en dirección al centro. Las doradas mieles del crepúsculo otoñal reverberaban en nuestras camisetas resintiéndose a la muerte y llenándonos el alma de valor celestial. Desenfundamos nuestras porras y saltamos de la vereda a la calle sin dejar las armas.
A distancia de un bulonazo apareció una hueste formidable de policías que superaban a todos en las pateaduras y el uso de la itaca. Los enemigos marchaban en número temible hacia nosotros y deseaban ponernos en perniciosa fuga. Mis compañeros dejaron caer sus mendrugos de montaña y corrieron a refugiarse en las retiradas tiendas de Villa Páez. Algún dios me trastornó el entendimiento y me hizo permanecer inmóvil en mi sitio. La hueste de policías se hinchó incontenible en una ola y se quebró sobre mí haciéndome perder la pisada. Lejos de sentirme abatido – tales son el valor de mi brazo y la nobleza de mis creencias futbolísticas – balanceé la piedra con todas mis fuerzas y la descargué potente contra un muro, y conseguí demolerlo por completo, como quiebran las palabras justas una mentira y la hacen pedazos: así son las cosas que pueden hacer los hombres cuando un club de fútbol los favorece.
La fuerza del tiro me contoneó a la derecha y me hizo pisar mi celeste túnica; me enredé en el género y caí al suelo. Pronto se cernieron sobre mí los policías como nubes duras de justicia y me envolvieron con funesta paliza hasta que perdí la conciencia. (…)


El informe concluye con un brevísimo testimonio del detenido:

Io e’taba ha’ta la pija de faso, chabón, quería shompé’ todo lo vidrio’ de eso’ vigilante que no agitaban. Viinieron lo’ gile’ eso’ y me she cagaron a patada’, pero ni m’ importa que me peguen. ¡Ascendimo’, culiado, ascendimo’!

2 Comentarios:

A la/s 12/6/06 20:49, Blogger Jopi dijo...

Había que esperar unos días para leer la mejor crónica del ascenso pirata. Felicitaciones.

 
A la/s 12/6/06 22:47, Blogger  dijo...

¿Ya salió la mejor? Pasame el URL, no te bostiés.

 

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