domingo, mayo 20, 2007

Deixis ansiolítica (I)

Yo no digo depilar, que es abominable. Afeitar el año, arrimar la navaja al prólogo del almanaque, un buen tajo en cada pierna de los días, la de la mañana, la de la noche. Así se arrastran los días de enero muertos y se los va juntando con los de febrero, que también van cayendo talados, y todos se pudren muy rápido, se secan, ya quedan astillas de huesos rodantes contra la navaja que se entierra prolija en la base misma de marzo, hasta abril, que despeña del almanaque a los días que ya no están más, y que no importan.
Junio tiene epígrafe, es mayo. La navaja lo lee muy rápido, pasa y afeita; los días de mayo, como todos los otros, no pueden evadirse de la funesta cartografía que los ha clavado para siempre en un sitio único, la navaja los ha puesto en perniciosa fuga, les ha quebrado las piernas, los días se desparraman, hay el desbande; el largo de la navaja es infinito, no hay más escape que la carrera y el sepultarse al fondo del año. Un miércoles corre a parapetarse en el feriado de octubre, hay un viernes que se viste con dobles ropas, de Navidad y primero de enero, y ahí se queda esperando llenar de mesas las galerías, de botellas y codos las mesas, y ya se ve allá tan orondo señor, congregando sillas dispares, robándolas de todas las habitaciones, alineándolas en las galerías. Las sillas se llenan de culos, las rodillas incómodas se cabecean unas a otras, algunas apoyan la frente en la pata de la mesa, – ésas, con sus culos, tendrán mala suerte - feliz Navidad… Pero la navaja llegará hasta el mismísimo Viernes, afeitando el piso con escobas, arrastrando las sillas de nuevo hasta sus habitaciones ordinarias, pelando huesos de pavo, brillando de soles nuevos, incontenibles…, y el año habrá muerto por completo y sin remedio.

Hay un día que es el único día del año. Ése no se muere, ése mella la navaja, se yergue en toda su altura de acero y la traspasa lúcido; ése mira panóptico al resto de los días y aplaude sobrio las muertes y los olvidos que lo llenan de sí mismo. Nariz de muerto en el féretro abierto – cabal como no hay otras -, falo del año, obelisco de la ciudad, legítimo peatón de la peatonal entre los caminantes apócrifos, bolígrafo de pie y andando sobre el papel, ágil fiel de la balanza, único día del año…

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