miércoles, julio 05, 2006

Coro sofócleo ( La verdad en su mínima expresión. La verdad.)

Me preguntó tras la puerta si alquilábamos habitaciones. Yo no abrí. Le dije que no y le pedí que me esperara. Crucé el zaguán, prendí el cigarrillo y me asomé por el balcón para indicarle con la mano las dos pensiones que están antes de la plaza. Me medí las costillas con el borde de la reja y saqué el torso hacia el tendido del trolebús. Estiré un brazo derecho muy delineado y separé todos los dedos de con el cigarrillo calzado después del índice. El cigarrillo estaba alto, la mano estaba alta, el brazo estaba alto. La vereda estaba limpia. El viajante me pidió disculpas por la irrupción y yo le dije que su pregunta no me había molestado. Cerré los postigos y cuando volvía a la cocina raspando la alfombra con los pies, pensé: si, como supongo, hubiera separado todos los dedos, mi cigarrillo se hubiera caído. No todos los dedos son todos los dedos.

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