martes, agosto 22, 2006

Infinitamente, con mayor frecuencia en el verano, hay quienes entrada la noche, acostados de pecho en sábanas blancas, con el mentón cerca del hombro derecho y la cara de trabajo muy preciso, pueden sentir como el cuerpo y las ideas se les enfrían y se les endurecen; y a punto de quedarse dormidos o de morirse, vuelven a llenarse de sí mismos, y se sorprenden de lo que les ha sucedido, y hasta tienen mucho miedo. Por fin olvidan todo de nuevo pero ya sin preocuparse. Entonces consiguen dormirse y nunca más recuerdan lo sucedido, a menos que pase otra vez.
Existe en el Mediterráneo una bahía o un pequeño golfo que tiene una hermosa playa en el extremo del oeste. Se ve a pocos metros la costa de enfrente que es acantilada y tiene una baranda de palo muy corta que precede una gran casa a pocos metros del mar. Todas las mañanas puede verse al dueño de la casa de espaldas contra la baranda, mirando a la galería mientras posa para fotografiarse con el brazo izquierdo extendido, como si abrazara y sostuviera a alguien dormido o muerto arengándolo para que sonría a la cámara.

3 Comentarios:

A la/s 4/12/12 10:46, Anonymous Lupe dijo...

Me quedo mirando esta vidriera, o sintiendo que es más fuerte. Me agradan y comnueven las letras cuando se acomodan y generan algo.

 
A la/s 4/12/12 13:53, Blogger  dijo...

Vos conocés la otra vidriera, ¿no?

 
A la/s 4/12/12 15:57, Blogger  dijo...

Casi me olvido. Hola, Verónica.

 

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