Crasitud (II)
Lejos de la menta buscábamos frescura. Encontramos el anís y sonreímos.
Necesitábamos nuevos colores que resonaran en nuestros pechos; eufóricos, dulcísimos conocimos la música del sol. Traspusimos alambrados, hicimos crepitar el pavimento de los trillos más gastados y los aniquilamos con el fuego de la revolución; rompimos filas de héroes – los más salientes entre los enemigos - y hubimos paz en su desbande y su perdición.
Reemplazamos la miel fresca de la luna llena por atardeceres mansos, redondos, perpetuos.
Buscábamos retratos fidedignos de las hazañas más esforzadas y en su lugar suspendimos cuerdas inasibles por donde trepar al cielo…
Hallamos así indicios de la dulzura lejos del amor y perseveramos necios en los múltiples senderos hasta que dimos con el pecho en el vacío y, a la carrera nos topamos con la muerte.
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