Espejo negro
Mirate, mirá como estás. Dale, no te hagas el boludo y mirate. ¿Qué comiste? Dale, contestame, no te hagas el boludo. No podés seguir así, Demián. No te lo digo por capricho, yo todavía tengo que responder por vos, y estoy cansado de tu indisponibilidad permanente, de tu sueño pesado, de tus puntadas en el pecho y de la flema ensangrentada que decís escupir. A ver, mostrame, escupí ahora y mostrame. Pero qué me vas a mostrar… A vos no te gusta laburar, eso es lo que pasa. Si no, ¿qué te costaría pasar un paño a los muebles, eh? Mirá lo que es esto, mirá. Por eso la imagen del televisor tiene poco contraste. Limpiá la pantalla y vas a ver cómo reaparecen todos los colores y te pinchan los ojos hasta dejarte ciego, porque eso es lo que vos te merecés, quedarte ciego, pero ciego de veras. Ahí te creo si me decís que padecés, y que llorás, y que te duele, que siempre te duele. No podés seguir así, Demián, no te lo digo para joderte. Vos sabés muy bien que no podés seguir así.
Mi mamá dice que el Rolando Spadavecchia ese es un tipo repelente, como no conoció en su vida. Y vos justo venís a meterte con la prima, venís a meterte hasta los huevos con la prima. Y sí, claro que hasta los huevos, si yo también sé que es muy hermosa, si la conocimos juntos, ¿te acordás? Un rayito tímido del sol, una cucharadita de miel, ventanita florida de mi vieja tapera… Pero yo ya me avivé, Demián. Eso está bien para los tangos y los sonetos. Anda bien un rato, pero de ahí a vivir así… yo no sé. No te conviene. Te dije que te ibas a matar, Demián. Yo te lo dije. Y ahora decime de una vez, ¿qué comiste? ¡Nada!, ahí está. ¡Pero cómo podés andar así, con el frío que hace, vos sin comer nada! Vamos a hacer esto de una vez, para que te repercuta durante todo el viaje, para que te valga, para que te sirva. Te vas a afeitar la boca. Bien afeitada. Primero los labios, primero esas costras que te vivís lamiendo y nunca se secan. Con una prestobarba bien afilada vas a ver cómo se te borran esas espumitas secas en las comisuras. Asco dan. Después la lengua. Sacá bien la lengua que con la maquinita te arrastro hasta la punta y te limpio todo esel sedimento que te dejan el café y los gases de la digestión que trepan por el esófago todo el día. No te sientas mal ni te avergüences, yo también tengo la lengua sucia siempre, igual que vos la tengo sucia, mirá. Después seguimos por el paladar y le limamos todas las nervaduras, lo dejamos lisito. Ella tiene el paladar bífido y la saliva dulce como el té y el anís, me acuerdo; pero no seas repugnante, Demián, no me hagas recordar eso ahora y abrí bien la boca para que te saque toda esa blasfemia que te retoña adentro. Vos te mordés las contratapas de los cachetes, como yo. Dicen que provoca cáncer, no lo hagas más, y ponete bien bajo la luz del foco que no veo nada y no te puedo cortar al ras las glándulas salivales, esas que sobresalen como branquias en la boca. ¡Che pelotudo, no te muevas! ¡Mirá cómo te corté, mirá! Escupí eso, por Dios. Dale, levantate y escupí, ¡no me vayas a manchar de sangre la remera o el pantalón!
¡Ay, Demián, no! No me llores así, hermano. No, no, pará, yo no quería que llores… ¿Sabés qué pasa? Yo no quiero que te agarres una peste del frío, porque vos sos medio loco, vos sos capaz de salir a la calle enfermo, y yo ni sabría por dónde andás entonces, y me preocuparía mucho, y me daría miedo que te fuera a pasar algo…
En la cómoda hay una botellita de alcohol, hacete un buche y perdoname. Perdoname, no sé qué me pasó que empecé a los gritos, la bronca no es con vos, qué va a ser con vos.
Ay…, vos todavía querés hacer la maqueta de ese barco que vimos en la galería, ¿no es cierto? Esta mañana fui al centro y me acordé de eso, y te compré un estilete. Tomá. Dice el tipo del negocio que no se desafila nunca. No recuerdo bien la marca, en la bolsita no dice nada. Es alemán, muy bueno. Dale, Demián, elegí un color lindo para el casco y después mostrame cómo te quedó. Si vas a usar esas chapitas que me enseñaste el domingo, pelalas bien y sacales después todo el removedor, no seas salame, no arruines las cosas por ansioso. Tomá, también te compré puchos. Tomá. Ponemos la pava y nos tomamos unos regios mates, y nos saboreamos nuestros buenos fasos, ¿eh? Dale, andá a buscar una hoja y haceme un lindo plano, que te salen lindos los planos. Tomá bien las medidas, guarda que el estilete se come un pedacito de la madera balsa, cantado. Dale, y le hacés unos lindos firuletes en la proa, le hacés una moldurita y ahí le pintás unos firuletes lindos. Dale, Demián, hacelo, pero no te pongas así, che…
3 Comentarios:
[...]"Ay, Demián...así la cosa no va, loco. Ponete media pila, ¿dale? Y cambiale un poco la yerba, que ya está lavado. Todo se va a solucionar, vas a ver. Preguntale a Petrovich sino, preguntale que él sabe."
Muy buen texto. Saludos.
Preguntame, cómo no, preguntame. Pero primero me cambiás la yerba que esto no se puede tomar más así.
exelente elaboracion,la verdad me dejaste sin palabras,tenes una forma unica de contar las historias que imprecionan.adelante.clara
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